La ley es lo que es. Nace escrita en la piedra, como algo para resistir al tiempo y a los cambios.
La ley es exacta y cartesiana. Al contrario del Derecho.
Aunque esté íntimamente relacionado con la exactitud de la Ley, el Derecho es una actividad humana en su esencia. Más que aplicar la Ley, tiene que ver con comprenderla, con acogerla, con hacer de ella un instrumento de transformación. La verdadera naturaleza del Derecho no está en el litigio, en la beligerancia, en el conflicto. Esas son apenas circunstancias colaterales a su verdadera búsqueda: equilibrar los platos de la balanza. El Derecho busca la armonía. Donde no existe armonía, no puede haber justicia. Y donde no hay justicia, como todo aquello escrito en la piedra, la Ley se hunde.
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